Tan importante como cualquier parte del proceso textildel "chitonti" es la recogida de materiales en las profundidades de la selva, a las afueras de la aldea. Junto con Pekon Rabi, su marido Antonio e Hildebrando, su hijo, nos aventuramos en su canoa durante varias horas para llegar a las profundidades de la selva en busca de los materiales necesarios.
En la primera parada, seguimos un estrecho río en busca de arcilla. Tras sortear árboles caídos que bloqueaban el paso del agua, continuamos adentrándonos en la densa jungla, caminando por la orilla del río hasta llegar al lugar donde Pekon Rabi recordaba que yacía el tipo especial de arcilla que necesitábamos. Pekon Rabi encontró hábilmente la arcilla en el fondo del turbio río. Contuvo la respiración durante un minuto mientras se zambullía en el fondo del río y arrastraba puñados de arcilla hasta la superficie.
Una vez recogida una cantidad suficiente de arcilla, la guardamos en una vasija lista para llevarla de vuelta al pueblo. Esta arcilla, de color gris, se utilizará más tarde para crear una pintura negra para telas. Por el momento, nuestra atención se centra en el bosque, en busca de cortezas que luego se utilizarán como tintes marrones para los tejidos.
Los pigmentos naturales han sido utilizados por los shipibo-konibo durante muchas generaciones para pintar sus cuerpos, cerámicas y tejidos. La recolección de estos materiales de la selva requiere tiempo y energía, hasta el punto de que en los últimos tiempos es mucho más frecuente ver tejidos Shipibo-Konibo pintados o tejidos con colores sintéticos.
Cinco de los pigmentos naturales más comunes son:
Achiote - El nombre shipibo-konibo es 'Máxe' = Rojo.
Arcilla - El nombre shipibo-konibo es "Máno" = Negro
Cúrcuma - Shipibo-Konibo nombre es 'Koron' = Amarillo
Caoba - El nombre shipibo-konibo es 'Pokóti' = Marrón
Sanipanga - Shipibo-Konibo nombre es 'Ami' = Púrpura
En abril de 2019, nos fijamos en un tinte natural que no habíamos visto antes.Ami", nos dijo Pekon Rabi cuando preguntamos qué era.
Un pigmento que antaño era común entre las paletas tonales de los fabricantes de chitonti, este color es un morado que produce un degradado de matices: desde el color del vino tinto a un magenta oscuro o burdeos hasta algo que se asemeja al morado intenso de la berenjena.
Comúnmente conocido como sangipanga en Perú, y ami entre los shipibo, su presencia como tinte natural se está extinguiendo lentamente. La prueba de su rareza contemporánea reside en su ausencia entre los tejidos chitonti actuales. Averiguando, nos enteramos de que gran parte de su escasez entre el arte shipibo se debe al largo proceso que lleva obtenerlo de la selva.
Mientras que otros pigmentos comunes como el achiote, la caoba y la cúrcuma se encuentran cerca del pueblo, las hojas del ami, una planta taxonómicamente conocida como picramnia latifolia, sólo se encuentran en lo profundo del bosque. No sólo está lejos, sino que hace falta un experto en identificación de plantas para distinguir sus hojas entre las miles de otras plantas que la rodean.
Por ello, cada vez son menos las mujeres shipibo que lo utilizan en sus paletas de colores para las formas de arte que curan: tanto entre los chitonti como en otros tejidos y cerámicas. Sin embargo, si el ami púrpura deja de utilizarse en el arte tradicional shipibo, no sólo se perderá un color, sino también el conocimiento ancestral y la relación recíproca que los shipibo mantienen con la selva tropical y, más concretamente, con esta planta, se irá silenciando poco a poco hasta que nadie lo recuerde.
Por eso, junto con los maestros artesanos, esperamos mantener el espíritu de la sangipanga, o ami, presente en la cultura shipiba. Una forma de hacerlo es animar a las mujeres a que sigan recolectando sus hojas de la selva, extraigan su hermoso pigmento de las hojas que recogen y sigan tiñendo su algodón con él y pintando sus chitonti's con él. Al dar valor exterior a este tinte natural shipibo poco conocido, podemos reforzar una tradición cultural que existe entre una planta de la selva y las manos de las mujeres que crean arte. Y pronto, no serán sólo las mujeres mayores las que puedan señalar sus hojas y decirnos que es ami, sino que las jóvenes podrán decirnos lo mismo.